La Basílica de Santa María la Mayor se erige majestuosa en la cima de la colina del Esquilino, siendo una de las cuatro basílicas papales de Roma y la iglesia más grande dedicada a la Virgen María en la Ciudad Eterna. Su fundación se remonta al siglo IV, bajo el pontificado del Papa Liberio, quien, según la leyenda, tuvo una visión de la Virgen María pidiéndole construir una iglesia en el lugar donde nevara en pleno agosto. Milagrosamente, la nieve cubrió la colina del Esquilino el 5 de agosto, marcando el sitio exacto para su construcción. Esta basílica es un testimonio vivo de la historia del cristianismo, especialmente tras el Concilio de Éfeso en el año 431, que proclamó a María como Theotokos (Madre de Dios), lo que impulsó al Papa Sixto III a reconstruir y embellecer la basílica, dotándola de los impresionantes mosaicos del siglo V que aún hoy adornan la nave central y el arco triunfal. Su arquitectura es una fascinante mezcla de estilos, desde sus orígenes paleocristianos hasta las adiciones barrocas que le confieren su grandiosidad actual, convirtiéndola en un punto de referencia ineludible entre los lugares turísticos de Roma.
Al adentrarte en la Basílica de Santa María la Mayor, te sumergirás en un ambiente de profunda espiritualidad e inmensa riqueza artística. Los mosaicos del siglo V, que narran escenas del Antiguo Testamento, son de los más antiguos y mejor conservados de Roma, ofreciendo una ventana única al arte paleocristiano. No menos impresionantes son los mosaicos del ábside, creados por Jacopo Torriti en el siglo XIII, que representan la Coronación de la Virgen. Bajo el altar mayor, en la Cripta de la Natividad, se conserva el venerado reliquario que, según la tradición, contiene fragmentos de la cuna de Jesús traídos desde Belén, un detalle que añade una capa de significado histórico y religioso a tu visita. Además, la basílica alberga la tumba del célebre arquitecto y escultor Gian Lorenzo Bernini, una figura clave del Barroco romano, lo que subraya la importancia cultural y artística del lugar. Observa también el techo artesonado, que se dice fue dorado con el primer oro traído de América.
La Basílica de Santa María la Mayor no solo es un tesoro histórico y artístico, sino también un punto de partida ideal para explorar los alrededores. Ubicada estratégicamente cerca de la estación Termini, es fácilmente accesible y te permite continuar tu recorrido por otros barrios emblemáticos como Monti. En la Piazza Santa Maria Maggiore, frente a la fachada principal, se alza una imponente columna corintia, la Columna de la Paz, coronada por una estatua de la Virgen, mientras que en la Piazza dell'Esquilino, en la parte trasera, encontrarás uno de los obeliscos egipcios de Roma, el Obelisco Esquilino. Si buscas una experiencia culinaria auténtica después de tu visita, el barrio de Monti ofrece excelentes opciones; por ejemplo, la Trattoria Monti, un restaurante familiar muy apreciado por su cocina romana tradicional, se encuentra a poca distancia.