Imagina cruzar el umbral de un edificio neoclásico que guarda secretos de civilizaciones milenarias. El Museo Británico, en el corazón de Bloomsbury, no es solo un museo: es una máquina del tiempo. Fundado en 1753 gracias a la colección de Sir Hans Sloane, este coloso cultural atrae a millones de viajeros que buscan respuestas a preguntas como ¿qué ver en Londres más allá de los típicos Big Ben o London Eye. Aquí, entre sus muros diseñados por Sir Robert Smirke, se respira historia... y un poco de café del Bloomsbury Coffee House, a solo unos pasos de la entrada.
La Gran Corte, obra maestra de Norman Foster, te recibe con su techo de cristal que parece flotar. Es el lugar perfecto para planificar tu ruta:
- A la izquierda, la Piedra Rosetta – la misma que descifró los jeroglíficos gracias a un soldado de Napoleón que la encontró cavando una trinchera en Egipto.
- A la derecha, los polémicos Mármoles del Partenón, traídos por Lord Elgin en el siglo XIX. ¿Deben volver a Grecia? El debate sigue vivo.
- Arriba, momias egipcias que harán que los niños pregunten más que en el London Zoo.
El museo es gratis (sí, como otros museos gratuitos en Londres como la National Gallery), abre hasta las 20:30 los viernes – ideal si buscas qué hacer en Londres y quieres evitar aglomeraciones. Y si te pierdes, sigue el olor a especias del Honey & Co., un restaurante cercano donde recuperar fuerzas con hummus y falafel.
¿Sabías que Karl Marx escribió parte de El Capital en su Sala de Lectura? Hoy, bajo ese mismo techo, viajeros de todo el mundo se maravillan con reliquias que van de Asiria a Roma. Un consejo: después de recorrer sus galerías, pasea por Bloomsbury. Quizá, como Virginia Woolf, encuentres inspiración entre sus plazas ajardinadas. Eso sí, lleva paraguas – el clima londinense no perdona, ni siquiera a los dioses egipcios.